¡CONSTRUYE EN TU CORAZÓN LA MORADA DE DIOS! (Jn.14, 15-21)

No estamos solos, sino que estamos acompañados por la permanente presencia del Espíritu Santo

PARA REFLEXIÓN:

  1. ¿Quién es el Espíritu Santo? ¿Qué tan abierto estoy al Espíritu Santo? ¿Qué experiencia tengo del Espíritu Santo en mi vida?
  2. ¿Cuál es mi relación con el Espíritu Santo, converso con Él? ¿Qué tan frecuente lo invoco?

El Espíritu Santo actúa en nuestras vidas, es defensor y muchas veces pasa desapercibido, así como nuestras madres, ¡No las ignoremos!

  1. ¿Soy consciente y agradecido de todo el amor de mi madre, de todo su sacrificio por mi, que tanto le he agradecido o agradezco? ¿Me preocupo por ella?