Domingo 08 de marzo
LECTURA DEL LIBRO DEL DEUTERONOMIO 30, 10-14
Moisés habló al pueblo, diciendo: “Escucha la voz del Señor, tu Dios, guardando sus preceptos y mandamientos, lo que está escrito en el libro de esta ley; conviértete al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma. Porque este mandamiento que yo te prescribo hoy no es superior a tus fuerzas, ni inalcanzable; no está en el cielo, para que digas: “¿Quién de nosotros subirá al cielo para traerlo y nos lo enseñará, para que lo cumplamos?”. Pues, la palabra está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Para que la cumplas”.
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor.
Humildes, busquen al Señor, y revivirá tu corazón.
- Mi oración se dirige a ti, Dios mío, el día de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude. Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia; por tu gran compasión, vuélvete hacia mí.
- Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu salvación me levante. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias.
- Mírenlo, los humildes, y alégrense, busquen al Señor, y revivirá su corazón. Que el Señor escucha a sus padres, no desprecia a sus cautivos.
- El Señor salvará a Sión, reconstruirá las ciudades de Judá. La estiré de sus siervos la heredará, los que aman su nombre vivirán en ella.
LECTURA DE LA CARTA DEL APOSTOL SAN PABLO A LOS COLOSENSES 1, 15-20
Cristo Jesús es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creados todas las cosas: las del cielo y las de la tierra, visibles e invisibles, Tronos. Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es también la cabeza del cuerpo: es decir, de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero de todo Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, restableciendo la paz con su sangre derramada en la cruz.
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor.
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 10, 25-37
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna? ¿Qué lees en ella?” Él contestó: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo”. “Él le dijo: “Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida eterna”. Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús dijo: “Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos que lo asaltaron lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, se desvió y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo se desvió y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, sintió compasión, se le acercó, le vendó las heridas, después de habérselas limpiado lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al encargado, le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?” Él contestó: “El que practicó la misericordia con él” Jesús le dijo: “Vete, y haz tú lo mismo”.
Palabra de Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.