La Parabola del Buen Samaritano nos descubre también que las exigencias del amor cristiano son ilimitadas. El amor cristiano no excluye a nadie, nos debemos a toda persona que nos necesite, sin razas ni color de piel, ni fronteras, amemos a todos como hermanos y hagamos el bien.
- ¿Qué estoy haciendo para ser un buen Samaritano?
En las últimas semanas ¿a quién he ayudado o acompañado? - ¿Me considero un buen Samaritano?
¿Estaría dispuesto como un propósito en mi vida ser compasivo?
Me propongo esta semana acercarme alguien que me necesite