DIOS NOS EXALTA CUANDO SOMOS HUMILDES (Lc.14, 1.7-14)

Pidamos a Nuestro Señor que nos ilumine, que nos haga mejores en nuestro trato diario con los demás, especialmente ahora en este mundo tan competitivo.
Recordemos siempre el valor de la humildad.

PARA REFLEXIÓN:

  1. ¿Busco recibir reconocimiento y espero que me agradezcan?
  2. ¿Reconozco, celebro que soy creatura de Dios y que todo lo he recibido de Él?
  3. ¿Qué tan importante son los pobres en mi vida? ¿Qué tanto de mi tiempo les dedico, lo que soy y lo que tengo lo comparto con ellos?

NO ESPERES A QUE SE CIERRE LAPUERTA
(Lc.13, 22-30)

No podemos tomar la salvación como algo asegurado.
Los que se quedan afuera son los que rehúsan aceptar el reino de paz y justicia, alegría y amor, que Dios nos propone.

PARA REFLEXIÓN:

  1. ¿Qué esfuerzo estoy haciendo para salvarme, para vivir siendo un mejor discípulo de Jesús; más auténtico?
  2. ¿Soy conciente de que conocer a Jesús, frecuentar el Templo y recibir los Sacramentos, no es garantía de que voy a llegar al cielo, al Banquete del Reino, sino mi conducta la que lo determinará?
  3. ¿Quienes estarán en los primeros puestos en los banquetes del Reino?

¡DEJÉMONOS ENCENDER POR SU SANTO ESPÍRITU! (Lc. 12, 49-53)

El fuego que arde en el corazón de Jesús es la pasión por Dios y la compasión por los que sufren.
Jesús está ansioso de encender ese fuego del amor de Dios, en todos los corazones para que arda por todo el mundo.
No es que haya venido a traer división, pero su mensaje lo hará, ya que algunos lo rechazarán.

PARA REFLEXIÓN:

  1. ¿Crees que Jesús vino a dividir?
  2. ¿Tengo la misma pasión de Jesús por construir el Reino?
  3. ¿Qué dificultades, tinieblas o miedos he vivido o vivo por participar en la misión?
  4. ¿Pido a Dios su sabiduría y fortaleza para saber que decir y hacer en estas circunstancias?

¡ESTEMOS PREPARADOS! (Lc.12, 32-48)

Jesús también hoy nos hace una llamada a vivir con lucidez y responsabilidad, sin caer en la pasividad o el letargo.
Es la hora de que reaccionemos, despertar nuestra fe.
Estemos despiertos y vigilantes, desapegarnos de los bienes materiales, perecederos, para estar plenamente disponibles para trabajar por el Reino de los cielos.

PARA REFLEXIÓN:

1) ¿Dónde atesoro mi riqueza, en el cielo o en la tierra?
2) ¿Cómo se manifiesta en mi vida la esperanza del reino?
3) ¿Soy administrador fiel y solícito ? ¿Comparto la esperanza con mi prójimo?