“Señor, te seguiré a donde quiera que vayas”. Esta es una hermosa y amorosa promesa que hacemos. Pero Jesús sabe que podemos tener buenas intenciones, pero Él nos recuerda que cuando lo seguimos no deben haber condiciones, debemos estar preparados (as) para compartir las penas y las alegrías
Señor Jesús, no depende de mí, no tengo la fuerza interior para seguirte
Por eso te pido me concedas la fuerza necesaria día a día, y comenzar desde hoy.
PARA REFLEXIÓN:
- ¿Le doy a Dios el primer lugar en mi vida? ¿A qué he tenido que renunciar, dejar o postergar?
- ¿Qué está pidiéndome el Señor renunciar para que yo experimente una vida más plena con Él?
- ¿Las preocupaciones en familia, en labores diarias pueden ser obstáculos para seguir al Señor?