La parábola del sembrador leída en clave espiritual nos ayuda a darnos cuenta si estamos siento tierra fértil para la acción del Espíritu Santo y de la palabra de Dios en nuestra vida. La buena noticia es que podemos elegir qué tipo de tierra queremos ser. De eso dependerá si la semilla de su palabra hecha raíces fuertes, crece y produce fruto abundante o, por el contrario, termina muriendo en una tierra estéril.
Proponemos algunas preguntas para ayudarte a reflexionar.
¿Que me ayuda a ser una tierra fértil?
- ¿Que me impide a estar abierto (a) a la Palabra de Dios, miedos, desánimos, intereses personales, vida agitada, cobardía etc.?
- ¿Que tanto confío en Dios?
¿Yo también participo en sembrar semillas? Es decir:
- ¿Soy una persona evangelizadora, misionera?
NOTA: pongamos nuestra atención en el esfuerzo del trabajo que realizamos y no tanto en el éxito.