Aún después de todos los milagros y curaciones que Jesús efectuó, Él aún no era aceptado incluso en su propia gente. Cuando enseñó en la sinagoga, ahí sus oyentes estaban asombrados que este hombre ordinario, el que conocían como el carpintero, pudiera alcanzar tal sabiduría, y ellos lo rechazaron.
Señor, ruego para que yo pueda reconocer tu Presencia en los encuentros ordinarios de mi día.
Para Reflexión:
- ¿Qué impresión deja Jesús en mí al escuchar su palabra por algún miembro de la familia o comunidad?
- ¿Reconozco a Jesús en lo sencillo, en lo cotidiano, en lo solidario? ¿Lo reconozco en los demás?
- ¿Soy consciente que Él es mi fortaleza? si es así ¿Vivo contento a pesar de las dificultades, preocupaciones, debilidades?
- Y yo, ¿hago mi parte para ayudar en la construcción del Reino? ¿Soy solidario, proclamo la Palabra y la hago Vida?