Nadie está excluido del toque sanador de Dios.
Señor, yo oigo tus palabras hacia mí. “Ábrete”. Desbloquea mis oídos para que yo pueda oír tus palabras. Abre la puerta de mi corazón de modo que yo pueda crecer en sensibilidad acerca del sufrimiento de los otros. Libera mi lengua de modo que yo pueda hablar con gratitud de tu generosidad amorosa.
Para Reflexión:
- ¿Cómo Jesús me doy tiempo con personas que pasan sufrimiento o alguna necesidad? ¿Me involucro con ellas?
- ¿Tengo fe de que Jesús pueda sanar mis limitaciones ? ¿Y yo, hago buenas obras, soy solidaria con personas con discapacidad?
- ¿Qué es lo que me impide o no quiero oír o ver?