PARA REFLEXIÓN:
- ¿Qué tanto empleo mi astucia para ganar verdaderos amigos (los pobres) para el cielo?
- ¿Yo administro mi dinero, o el dinero me administra a mi? ¿Sirvo al Dios verdadero, o al dios dinero?

Pidamos a Nuestro Señor que nos ilumine, que nos haga mejores en nuestro trato diario con los demás, especialmente ahora en este mundo tan competitivo.
Recordemos siempre el valor de la humildad.
No podemos tomar la salvación como algo asegurado.
Los que se quedan afuera son los que rehúsan aceptar el reino de paz y justicia, alegría y amor, que Dios nos propone.
PARA REFLEXIÓN:
El fuego que arde en el corazón de Jesús es la pasión por Dios y la compasión por los que sufren.
Jesús está ansioso de encender ese fuego del amor de Dios, en todos los corazones para que arda por todo el mundo.
No es que haya venido a traer división, pero su mensaje lo hará, ya que algunos lo rechazarán.
Jesús también hoy nos hace una llamada a vivir con lucidez y responsabilidad, sin caer en la pasividad o el letargo.
Es la hora de que reaccionemos, despertar nuestra fe.
Estemos despiertos y vigilantes, desapegarnos de los bienes materiales, perecederos, para estar plenamente disponibles para trabajar por el Reino de los cielos.
1) ¿Dónde atesoro mi riqueza, en el cielo o en la tierra?
2) ¿Cómo se manifiesta en mi vida la esperanza del reino?
3) ¿Soy administrador fiel y solícito ? ¿Comparto la esperanza con mi prójimo?
En esta parábola Jesús nos recuerda que debemos acumular riquezas espirituales, nuestras buenas acciones son la única cosa que nos sobrevivirá.
Señor, yúdanos a que, estemos agradecidas/os de lo que tenemos, y que sepamos compartir nuestras bendiciones con los demás .
Que toda nuestra esperanza sean puesta solo en Ti.
Esta parábola Jesús nos enseña y
demuestra la necesidad de orar sin rendirse.
1.- ¿Tienes una comunicación sincera y humilde con Dios?
2.- ¿Cómo reacciono, qué siento, que hago cuando Dios no me da lo que he pedido?
3.- ¿En qué oportunidades Dios me ha dado algo distinto de lo que yo he pedido, y ha sido mejor para mi. ¿Confío en Dios?
Al sentarse a los pies de Jesús, María muestra que todo nuestro servicio debe estar cimentado en una relación personal y viva con Él.
María nos enseña la actitud del verdadero discípulo: sentarnos a los pies de Jesús para escuchar su palabra.
La Parabola del Buen Samaritano nos descubre también que las exigencias del amor cristiano son ilimitadas. El amor cristiano no excluye a nadie, nos debemos a toda persona que nos necesite, sin razas ni color de piel, ni fronteras, amemos a todos como hermanos y hagamos el bien.